
¿Quieres conseguir la atención de un blogger? Quiérele. Quiérele todo lo que puedas. Quiérele hasta el acoso. Atácalos a todos con amor, que no puedan moverse de la de abrazos que reciban. Esta idea se me ocurrió después de saber que algunos políticos, para hacer campañas antes de las elecciones, se montaban en el metro. Mi plan, si veía alguno, era el de expulsarles del vagón con abrazos. Abrazarles hasta que la tensión les obligue a soltarme a la fuerza de sus guardaespaldas, obligarles a montar una escenita. Quererles hasta echarles del transporte público al que no volverían hasta pasados cuatro años. Luego, le di una vuelta a la idea. El mundo empresarial se ha construido con la violencia salvaje del crecimiento moderno y, desde la Compañía de las Indias Orientales, los jefes han sido más bien unos capullos. Si estaba por encima que tú, era porque era agresivo y porque se había ido cargando a la competencia. A veces de manera literal. No sin razón, los jefes están ahí por ser no los más inteligentes, sino los más violentos de la pirámide. Es esa violencia la que los ha hecho subir durante el siglo pasado. Pero algo ocurre en el siglo presente. Aunque las antiguas estructuras de mando siguen vivas, se van desmoronando poco a poco, y cada vez más las empresas colaborativas (no las agresivas) consiguen mejores resultados. Este fue mi punto de partida para tratar de escribir para quien yo considero uno de los grandes. Ese tipo es Carlos Bravo. En alguna ocasión me han dicho “¿Cómo es que has conseguido trabajar con él?”. Muy fácil: por abrasión. Es el modo en que ligo y en el que consigo el resto de logros. Ligar por abrasión, por pesado Cuando las apuestas no están contigo, ligar puede ser difícil, y necesitas algo parecido a una estrategia. Inclusive aunque no la llames así. Yo ligo por abrasión. Si se me quiere, en cualquier entorno, es por haber sido un auténtico pesado. Eso que dicen de “Quien la sigue, la consigue” y de que “El 90% por ciento del éxito está en la constancia” es cierto, así como “El roce hace el cariño”. Lo secundo completamente. Y funciona con todo. Tengo el trabajo que tengo ahora porque, cuando me llamaron para saber quién era yo, devolví la llamada cada semana, en ocasiones varios días, para saber cómo estaba la candidatura. “Lo estamos barajando” “Ya te llamaremos” “Consideramos tu propuesta” ¿Te suena? A mí sí. Yo he estado ahí. Es lo mismo que me dijeron en ING. Gracias por su email, le mantendremos informado. Y yo les mantuve informados a ellos. Durante dos meses envié correos en cadena (respondiéndome a mí mismo para que viesen el esfuerzo) una vez cada pocos días. En todos los correos alababa el banco, su espíritu, las ventajas que ofrecía. Una situación más fácil la tuve con el ya mencionado Carlos Bravo (a quien por cierto tengo que enviar algún artículo que otro). Me voy retrasando, […]